Prólogo

Conocí a Rodrigo García Leo en el año de 2014, cuando yo asistía al taller literario del Centro Cultural José Martí en la Ciudad de México. El recién llegado se integró casi enseguida al grupo de veteranos del taller, al cual yo ya pertenecía. A partir de ahí se formó el Colectivo Galeón Literario, que llevó a puerto varias publicaciones, orgullosamente gestadas en su totalidad por los miembros del colectivo.

 

Gran amigo, escritor entusiasta, amante de la cocina y viajero lleno de curiosidad, para el autor del libro que tienes en tus manos, apreciable lector, es un placer profundizar en la historia de aquellos pueblos que conoce en sus viajes; un gusto en el que él y yo coincidimos.

 

Hace unos años, Rodrigo decidió cumplir el sueño de disfrutar su jubilación en un lugar tranquilo y encantador, lejos de los problemas que cada día complican más la vida de quienes habitamos la Ciudad de México. He de confesar que le envidio tal decisión, aunque nos privó del gusto de discutir nuestros escritos cada jueves literario en el Sanborns de Balderas.

 

Eligió Tequisquiapan para vivir. Recuerdo una reunión del Galeón Literario, a la que él asistió ya como residente de ese Pueblo Mágico, en la que nos relató cómo, a los pocos días de instalarse en su tierra adoptiva, visitó la librería Rulfo (en ese tiempo la única y, por desgracia, hoy cerrada definitivamente), buscando un libro que lo llevara a empaparse en la historia y costumbres de Tequis. Un tanto decepcionado, nuestro amigo refirió no haber encontrado esa obra que buscaba en aquella librería. La biblioteca del Centro Cultural estaba fuera de servicio en ese momento y no abrió sino hasta meses después.

 

En los años que llevo como escritora he leído que, cuando ese deseo de inventar el texto que no encontramos nace en nosotros, es como si la fortuna o la musa nos tocase. Esta meta llevará al escritor con vocación a crear algo que responda a sus cuestionamientos personales. No podrá parar hasta satisfacer esa necesidad.

 

Lector, si has llegado hasta aquí buscando un libro que te hable de Tequisquiapan, como lo haría un amigo al calor de un buen vino y queso, en una tarde tranquila en los portales, es el que tienes entre manos.

 

El autor ofrece aquí el resultado de un excelente trabajo documental. Es una obra que no sólo habla de la historia de la ciudad de los balnearios y el tequesquite, sino de muchos otros aspectos que difícilmente se hallarán en un solo volumen, sazonados además con anécdotas y esos datos curiosos que vuelven más cercana la experiencia de leer.

 

El anfitrión de este viaje nos comparte ricas estampas, hace sentir vivas otras épocas de ese rincón de provincia al que a veces no se le otorga la importancia que tuvo en el desarrollo del Bajío. Incluye un breve ensayo en el que se cuestiona sobre las piezas que faltan al rompecabezas de su fundación en tiempos —decisivos para nuestra historia— de conquistadores y aliados indígenas abriendo el primer camino, un surco de sangre mestiza, hacia la América del Norte.

 

Siguiendo por este recorrido en la historia, también nos trae a años más próximos, de la mano de personajes que relatan su vida, en el todavía cercano siglo XX. En otros capítulos reseña los más representativos y mejores productos gastronómicos de Tequisquiapan—por lo menos de un par de ellos me dejó con el antojo—, nos da los antecedentes de los principales puntos de interés del Centro Histórico; de sus balnearios, su patrimonio inmaterial y las artesanías creadas por las manos de su gente.

 

Es en este punto, el del patrimonio intangible, donde a mi parecer reside la mayor distinción de este libro. Haciendo una metáfora, va más allá de llevarnos a dar un paseo por sus calles y monumentos: nos invita a adentrarnos, como quien abre las puertas de su casa, en las instituciones, industrias, emprendimientos y vida social, que forman el todo en la vida de esta pequeña ciudad.

 

Lector, acepta la invitación de Rodrigo García Leo y, en Enigmas y encantos de Tequisquiapan, además de conocer sobre el pasado y el presente de este rincón encantador, compartirás un recorrido memorable por la gran riqueza de este Pueblo Mágico; abundancia no solamente de agua, sino de valores, personas y obras que hacen placentera la vida en provincia. Enhorabuena.

 

Elvia Martín del Campo

Junio de 2024